Los viejos jóvenes

La Quinta Vergara en Viña del Mar se fue llenando de forma violenta, entraban y entraban cuarentones, cincuentones, sesentones, y veinteañeros.
Hicimos la ola, acomodamos los cojines, y empezó el show.
La música, la más excelsa de las artes, es como la glucosa a la sangre, placer directo al alma.
Moviliza a miles, para sentarse en silencio a esperar que esa magia ocurra. Y cuando ocurre, no hay mayor placer.
Nos fuimos en auto de Santiago a Viña, con Ximena, escapando del calor y el trabajo, paramos en la Copec a comer hot dogs, compramos coca-cola, llegamos a un mar de autos buscando estacionamiento, y terminamos sentadas ansiosas de que comenzara el concierto de Serrat y Sabina, Dos pájaros de un tiro.
Entonces miré a Serrat, más viejo, y más guapo.
Y me acordé de Nicanor, Parra, el viejo más guapo de todos, con noventa y tantos recorridos. Es que es el alma. El alma joven que nunca se sentó, el alma intrépida, el alma con territorios vírgenes.
Y ahí están, los viejos jóvenes, bellos seres que alegran, entusiasman, despiertan.
Eso pensaba mientras Sabina cantaba, con un fondo de imágenes de un diseño gráfico espectacular, con todos los jóvenes asistentes:




"...Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren"...

Y los viejos cantábamos dichosos, melancólicos y tan dueños de esas notas de "Mediterráneo", con Serrat, el precioso.







Nicanor Parra