No soy dueña de una gran historia de amor

Como te explicara que no pretendo nada, aunque sí.
Te dijera que me hace bien dentro de mi nuevo aspecto, mantener un pasadizo secreto a una sana locura. Supongo. La sola idea me motiva.
De hecho no estaría escribiendo aquí si no estuvieras.
Si no pensara de vez muy en cuando en ti. Ten en cuenta lo poderoso que eres para mí, que aunque no te he visto desde hace no sé cuántos años, pensar lo que pensarías me hace bien.No tengo otra opción. Tampoco depende de mí. No depende de nada.
Tan cerca tampoco podrías estar.
No resistirías mi creciente intolerancia, la tendencia a la soledad, los discretos estados depresivos, mi escasa capacidad de resistir parentelas. Además, la vanidad se me ha ido escondiendo.
Ejercitar los músculos me produce fastidio, que se vaya soltando todo me parece una nueva buena idea, de hecho ya me empieza a sonar patético tratar de apretar. (Los árboles no andan retocando con verde las hojas secas)
No tengo buen currículum para presentar a círculo ninguno.
Cada vez estoy más errática.
No tengo profesión definida, me puedo convertir en quizás qué.
La última vez que me casé no invité a nadie. Previendo algún mal desenlace y mi flojera de andar explicando algún motivo de ruptura.
No tengo cómo unir mi historia. Es un collage de fragmentos que no retengo.
En todo lo que alguna vez creí, dudo. Ya no me atrevo a ser categórica, para no insistir en mi fragilidad.Pero tampoco una mierda. Ves? Nada definido.
Tú has sido una de mis pocas perseverancias intermitentes, o mis porfías.
Pero tampoco tanto. No soy dueña de una gran historia de amor.