Bendiciones

Leía atenta los Discursos
del Yo Soy del conde Saint Germain
el secreto y el círculo mágico
que había, sí señor,
dentro de sí misma
una presencia divina
esa varita mágica
el poder mismo
de la hechizada
y repetía y repetía
incesante las afirmaciones
y las bendiciones del mismísmo Jesús
y las purificaciones benditas
del Mahikari,
que hay internamente un poder, joder,
decía,
poderoso
que conectada a cada segundo
movería la montaña misma
la resistencia,
que vencería, caramba, los miedos,
esos odiosos miedos
que era eso lo que le impedía, vamos,
pagar el maldito alquiler,
que la fe
ve, usted, la fe
es el problema
hombres de poca monta,
la confianza a ultranza
de las vicisitudes
vencen los aludes
de cuentas que se le acumulan
en la mesita de la entrada
el control,
ceder el control,
a las fuerzas omnipoderosas
de las huestes ascendidas
querida, entiende,
venceremos,
llegó a vociferar,
y a cantar alabanzas
y a mandarme por
e-mail los ocho puntos
que atascan las riquezas
que eliminan las pobrezas
del espíritu aquejado
por las odiosas cadenas de no sé cuantos karmas
y no olvides, subrayaba,
no te olvides
de hacer pronto tu altar
hay un mar, Alejandra,
un mar, de placeres esperando,
a que tú sólo rezando
te conectes con la opulencia
y acuérdate de ese mantra
que te pasé en el café,
con ése sí, querida,
nos salvamos de esta mierda.